jueves, 25 de abril de 2024

Puchero de anotaciones

Cada tanto, leer un libro de reciente edición y moderna editorial, seguramente un bestseller, es poder descansar en tipografías grandes. (Supongo que el precio de venta hace que se pueda recuperar el gasto de tantas hojas usadas, márgenes generosos, etcétera). Es cómodo, pero es frío.
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Es increíble cómo la etiqueta plástica, esa cosa también tan simple y barata, disimula la tristeza de las botellas plásticas de gaseosas. Una botella a la que, por ejemplo, un chico le sacó jugando la etiqueta, así desnuda hace pensar en lo pobre que es ese líquido interior, que era el mismo hace instantes.
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Me encanta apilar libros variados. No sabría expresar la sensación que tengo cuando lo hago. Quizás pueda tenerse alguna idea de dicha sensación haciendo el simple ejercicio de nombrar dos autores disímiles: Paul Theroux con Delfín Leocadio Garasa, Belloc y Mármol.
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La lectura de “La otra Buenos Aires”, de don Delfín, mentado hace instantes, puede hacerse un poco monótona por ser una impresionante colección. Por eso hay que leer de a poco. Si no te puede pasar como cuando recorrés un enorme museo con muchas vitrinas y pretendés leer todas las etiquetas una a una. Te cansás. Pero estás fascinado con la colección.
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Voy caminando por Martín y Omar y escucho que en una confitería una joven le decía a otra: “...Cómo vamos a pretender que todo sea eterno si la misma biología…” Y en las siguientes cuadras esbocé mis continuaciones (contestatarias en forma irónica):

Cómo vamos a pretender que todo sea eterno si la misma biología…
¡Me hace sentir que lo puede ser!

Cómo vamos a pretender que todo sea eterno si la misma biología…
¡Convive a veces con cierta física, que dice que el universo lo es!

Aunque, ahora que lo pienso, no creo que estuviera hablando del sentido de la vida o de la trascendencia espiritual. Quizás solo estaba consolando a la amiga que había roto con el novio. Quizás simplemente no creía en el amor hasta la muerte.
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viernes, 12 de abril de 2024

Obse-ñalador

Es inexplicable, sabiendo lo mucho que me molesta tener que cerrar un libro sin tener un señalador, que continúe empezando libros nuevos sin tener uno de aquellos adminículos a mano.

Aunque si uno lo ve de otra forma, no es tan raro. Suelo irme a bañar sin saber si hay toalla, jabón o si está lista el agua caliente. ¡Y qué molestos son esos olvidos! Así que no es tan raro después de todo, que alguien como yo empiece un libro sin tener un señalador a mano.

¿Puede tener algo de enfermiza la sensación de no poder dejar, ni siquiera por una vez o una emergencia, el libro sin señalar al cerrarlo? Estimo que más o menos enfermizo en función de cuánto no podamos hacerlo o qué riesgos corramos por no hacerlo. Y en este aspecto es, si bien inexplicable, al menos tranquilizador saber que uno aún puede empezar un libro habiéndose olvidado tomar un señalador. Es como que esa falta de previsión sería un indicio de que aún no hemos llegado más lejos.

Algo como una obsesión que no genera previsiones. ¿Tiene sentido decir algo así? Como si a alguien le molestara pisar las juntas de las baldosas, pero no llega a tomarse el trabajo de planear por qué calle irá para encontrar menos de ellas. O le molesta que los adornos no estén en un lugar preciso de la estantería, y cada vez que los ve corridos los acomoda, pero no por ello diseña marcas o señalizaciones para evitar que ello suceda.

Así que estaba en el sillón con el librito y ni siquiera quise pararme poniendo el dedo como marcador para ir a buscar un buen señalador. Pedi a G., que pasaba, algo lo más parecido posible a un señalador para poner y así poder levantarme a buscar uno. Y el adecuado, por supuesto.

miércoles, 3 de abril de 2024

El Libro Negro

Estaba ahí y de repente “pum”, me lo leí en los días del “superferiado” (mitad santo, mitad patriótico). Se coló a varios. Se lee ágilmente aunque los temas son para quedarse reflexionando largo rato. “El Libro Negro” de Giovanni Papini (a Sangre Azul le gustaba Papini). Especie de segunda parte de “Gog”, que nunca leí.

En “El tribunal electrónico” hay un tema que anticipa todo lo que se habla hoy sobre los riesgos de la "inteligencia artificial". Me gusta como habla de la obra de Whitman en "El poema del hombre". Gran punto este, en “Visita a Molotov”:
Hoy en día en el Occidente toda la política se ha reducido a la economía. En el siglo pasado aún se hablaba de principios, de ideas, de valores nacionales o ideales; (...) Al mismo tiempo que declaran ser adversarios del marxismo están demostrando día a día haberse convertido, prácticamente, a una doctrina genuinamente marxista: la del ‘materialismo histórico’
Inquietudes que todos podemos tener sobre la condenación eterna en “Noticias del más allá”. Buen punto sobre la naturaleza como enemigo en “El enemigo de la naturaleza” (propio de la visión de un biólogo moderno). Fantasías simpáticas en “El navegante aéreo solitario” o “La revuelta de los actores”. En “El gran sabio”, una frase como: “(...) la verdadera sabiduría no tiene relación ninguna con la felicidad, sino con la muerte” nos hace pensar en lo que dice Montaigne cuando titula un ensayo: “De cómo filosofar es aprender a morir”.

Todo nació vivo y va muriendo, impresionante teoría que podría ser la inversa de la de Teilhard de Chardin, en “La resurrección de la materia”. Con un imaginado Valery hablando de similitudes entre filosofía y poesía (¿eso no lo decía Unamuno también?):
Ni el poeta ni el filósofo van en busca de goces. La poesía no es un vino generoso ni es la filosofía un éter que cause placer. Estos dos superiores juegos de los más nobles espíritus son, casi siempre, fatigantes y engañadores. La poesía, cuando tiende hacia lo absoluto se halla frente a lo inexpresable; el pensamiento, cuando intenta poseerse plenamente a sí mismo, se debate contra el muro de lo imposible”.
En la misma carta (“Una conversación con Paul Valery”) esta genial descripción:
“(...) el pensamiento puro es un microscopio quemante, que consume aquello mismo que debería hacernos ver; a fuerza de análisis, de profundizaciones, de críticas y subdivisiones, hasta el pensamiento más independiente y audaz se corroe y mina a sí mismo, se da cuenta de su propia falacia o inutilidad, disuelve y destruye su propio objeto”.
Geniales sofismas en francés en “Del odio (de Stendhal)”. Ponderación a Huxley qué podríamos aplicar a otros, en “Visita a Huxley”: “(...) es un novelista que piensa, o sea un novelista nada común”.

martes, 2 de abril de 2024

A pura ushuta… y chimarrão

Este año arrancó tarde con la música. Pero de golpe me tuve que bajar tres discos, o como se llamen.

Juan Quintero sigue haciendo de las suyas con Andrés Pilar y Sebastián Segret y en 2022 sacaron Patio Volumen II. Está tan bueno o mejor que el I. Así que me bajé los dos (del I solo tenía algunas canciones).

Y también no hace mucho se concretó ese proyecto del que sabíamos por Vitor Ramil: Casa Ramil. Una familia genial. Kleiton & Kledir, éxito de la música popular porto-alegrense de los ochenta, Vitor, nuestro hombre de la “estética del frío” y una serie de hijos y primos que prometen.

A bailar y tomarse unos chimarrâos:











domingo, 31 de marzo de 2024

¡Feliz Pascua! (2024)

(...) Accidentada la parte de la salud familiar pero, ¡qué mejor que llegue la Pascua entonces! Para recordarnos cuál es la alegría verdadera, mayor a todas estas pequeñas penas…

viernes, 29 de marzo de 2024

Presumiendo de mis lecturas y contento con mi hallazgo

Hoy, Viernes Santo, me van a disculpar que toque temas tan triviales, que ya tenía escritos hace días.

Finalmente pude leer "Grandes Esperanzas" y fue muy agradable, como lo es siempre Dickens. Aunque en este caso no ha logrado ser entrañable para mí como la lectura, el mundo y los personajes de David Copperfield. También leí una novela de Robert Benson. “Señor del mundo”, con traducción de Castellani. Y “Taipi” de Herman Melville.

De fondo y de compañía están los Ensayos de Montaigne (uno cada muy tanto), “Misteriosa Buenos Aires”, de Mujica Láinez (¡escribía bien, eh!; nunca lo había leído). “La otra Buenos Aires”, de Delfin Leocadio Garasa (recién empiezo). Y esta cosilla especial que me encontré en un anaquel bajo:


Siempre quise leer algo de Hilaire Belloc y que no sea de cuestiones políticas de las que no entendería. Y si lo puedo leer en inglés, ¡qué mejor! Se ve que lo usaban en el colegio Northlands y tiene notas de lápiz de algún dueño que tuvo. (Ver libros con etiquetas de librerías o bibliotecas o signos de uso de dueños anteriores, de ahora en adelante me hará acordar siempre del cuento “Memorias de Pablo y Virginia” de Mujica Láinez; por lo pronto ya me hacía acordar a Seiji Amasawa).

¡Ah, y trae una semblanza del autor hecha por Ronald Knox! ‘Toy chocho.


Este señalador no cumple ninguna regla de las que mandan cómo debe ser un señalador (por lo pronto es imposible abrir rápido en la página que señala) pero tiene un encanto que le viene de otro lado y aún no se cuál es.

Como cuando dicen que de acuerdo a las leyes de la física las abejas no podrían volar, pero sabemos que ellas vuelan y por lo tanto las leyes son las equivocadas, así también nosotros los estudiosos de los señaladores estamos prevenidos para estos resultados inesperados.

domingo, 17 de marzo de 2024

Cosas para hacer mientras uno lee un libro de cuentos

Cuando los cuentos son buenos no se puede seguir con otro sin asimilar un poco el anterior. A veces hay que hacer pausas.

He aquí una lista de cosas para hacer en esas pausas:

- Rellenar el vaso;

- Ir a buscar varios señaladores (recordar aquí que los señaladores intermedios deben ser de papel muy fino para no estorbar en la natural curvatura de las hojas señaladas, que quedarán por izquierda o por derecha de nuestra lectura; suelo leer en forma ordenada pero no es imposible que uno adelante algún cuento por alguna recomendación o quiera dejar uno anterior marcado para una revisita);

- Ir al índice y marcar los cuentos que más te gustaron;

- Leer un poco de otro libro, quizás de otro estilo, por ejemplo continuar con un ensayo o darle un nuevo toque al libro que quedó ahí en la pila y nunca terminaste pero tampoco te decidiste a enterrar en la biblioteca (a la inversa, este nuestro libro de cuentos puede ser el que nos esté sirviendo en las pausas de, por ejemplo, una larga novela de la que tenemos que descansar);

- Hacer autodefinidos;

- Buscar la versión PDF del cuento para enviar a alguien a quien pensaste que le podía gustar;

- Alguna tarea física;

- Escribir este tipo de cosas.

sábado, 9 de marzo de 2024

There and back again (V)

Habría muchas cosas más para contar sobre el lugar pero es hora de contar sobre el regreso.


El viento arreciaba con todo en la Bahía Inútil y los pingüinos Rey estaban casi todos juntos y quietos protegiéndose. En verano vienen aquí, pues son principalmente antárticos.


La suerte es de Chile. Sin embargo el Parque Nacional Pingüino Rey, pequeño pero muy organizado, está muy cerca de la ruta que usamos los argentinos para ir y volver de la isla. Eso sí, solo con reservas. Y verificar medios de pago.


Si no estuvieron nunca en Punta Tombo, la sorpresa de poder caminar entre los pingüinos de Magallanes la pueden tener en el Parque Nacional Monte León. El acceso está dos horas al norte de Río Gallegos.


Las vistas de la costa atlántica son hermosas en este Parque Nacional. Se pueden quedar todo el día. A media hora está Puerto Santa Cruz para pernoctar.


Nos reservamos un día completo en Puerto Deseado pero no pudimos hacer la excursión a la Isla Pingüino, donde hubiéramos visto al pingüino de penacho amarillo. En su defecto pudimos conocer la exhuberante fauna de la ría Deseado.





Volvimos por Madryn, donde nos dimos unas últimas vistas del mar atlántico. Y por Coronel Pringles, de dónde es la foto de abajo.



domingo, 25 de febrero de 2024

There and back again (IV)

El marketing del “fin del mundo” te lleva a varios lados, pero hay otros fines del mundo menos conocidos (y no me refiero a los de Eliot: “There are other places / Which also are the world's end…”).
Veamos…
  

Las fotos que saques desde Ushuaia, por ejemplo desde la Costanera, pueden ser muy lindas, pero verás que hay cosas más allá. Entonces no es el fin del mundo. Es cierto que si nublamos el horizonte y le ponemos varios barcos podemos llegar a lograr un efecto “fin del mundo” respetable, pero ahicito enfrente de Ushuaia tenés islas y montañas chilenas y los muy taimados (de los chilenos) han declarado ciudad a Puerto Williams, en la Isla Navarino. (Eso sí es trampa, porque Ushuaia tiene sesenta y ocho mil habitantes y Puerto Williams no llega a tres; por lo tanto nombramos de facto a la argentina como la ciudad más austral).


Pero aun sin recelos internacionales uno puede ir por tierra de la Patria más al sur de Ushuaia y en un vehículo convencional. Más al fin del mundo. A eso me refería con otros fines del mundo menos conocidos. Para ir a esos lugares basta seguir la ribera norte del Canal de Beagle hacia el este.


Saliendo de Ushuaia en pocos minutos está la Playa Larga, desde donde podés ver a Ushuaia ya con sus propias montañas argentinas de fondo.


Hicimos muy buenas fotos de las gaviotas, que en la playa se te acercan mucho.


Siguiendo llegás a la Baliza Escarpados, donde ya Ushuaia se mira medio hacia el norte. Ahí podes dejar el auto y seguir caminando hasta la Estancia Túnel o el Río Encajonado.


En el camino, en el que no avanzamos mucho, hay miradores muy lindos como el mirador de la palestra y muchos “árboles bandera”.


Pero para seguir más lejos hay que ir hacia atrás. Remontar los Andes otra vez y por ahí por la mitad, seguir la ruta complementaria J, que va hacia el este y se vuelve a juntar con el Canal. Allí está el simpático Puerto Almanza. Después más allá la Estancia Harberton. Y aún más la ruta te lleva hasta lo que son los restos de la Estancia Moat. No hemos ido tan lejos, lamentablemente.

Ya sin acceso con auto, el mapa indica no mucho más allá el punto más austral de la Argentina en Cabo San Pío. Discutible noción que de por sí exige omitir las “islas del atlántico sur” o más concienzudamente el islote blanco que el cabo tiene casi enfrente. Pero de por sí esta zona de la ribera del Beagle es más austral que la Isla de los Estados.


Por aguas fuimos también, mientras la señal de los celulares nos las disputaban ya empresas chilenas. Allí estaban un faro muy pintoresco “Les Éclaireurs” y los pingüinos de la Isla Martillo.


Ver distintas especies de pingüinos era unos de los “motivos” de este viaje y en la Isla Martillo pudimos ver una nueva, el pingüino papúa o de vincha. (El otro es el Magallanes, que ya conocíamos porque es mucho más fácil de encontrar “varias latitudes arriba”).

viernes, 16 de febrero de 2024

There and back again (III)

Su clasificación es “bosque andino patagónico”, como en el suroeste continental, pero los bosques fueguinos se me presentaron originales. Los ríos esos planos como fajas (Olivia, Pipo) con sus meandros como cintas plegadas y el césped todo alrededor como fresco, como recién brotado. Un verde claro y de un aspecto ideal, hasta fantástico, que como tal parece frágil (a diferencia de un oscuro y vigoroso césped como el que conocemos en Buenos Aires). Se me ocurrió pensar que quizás eso se deba a que durante el invierno todo está bajo nieve. Aunque no estoy seguro de que eso suceda ni de que sea la explicación.


El "llao llao" o "pan de indio" (Cyttaria harioti) es de película de Ghibli. Parece del bosque de Nausicäa.


En la zona de Lago Escondido encontramos un sendero sin señalizar que nace en el camino de la reserva forestal. Segunda entrada de auto a la izquierda; el camino muere en seguida y hay que seguir a pie. Mayor sensación Ghibli aún (Chihiro metiéndose en el túnel).


El bosque siempre es misterioso. Este sendero cambia de entorno algunas veces y llega finalmente a una playita en el extremo norte del lago. Cabaña-salón aparentemente en uso pero cerrada. Botes invertidos en la orilla. Árboles caídos (como en toda la zona, es cierto). Restos de pie al viento con sus barbas verdes…


Más “cosas Ghibli” en el Parque Nacional Tierra del Fuego…


Allí en el Parque Nacional es obligado ir hasta el final de la ruta 3 en la Bahía Lapataia. El marketing del “fin del mundo” te señala además otros lugares dentro del parque como la estación postal más austral (en la Ensenada Zaratiegui) o las caminatas al límite con la reserva natural estricta, o al límite con Chile (Hito XXIV) bordeando el Lago Acigami.


Cuando el tiempo está nublado los verdes adquieren unos tonos misteriosos…


Hay quienes han podido escuchar a Hilary Hahn en Nueva York o en Europa, pero nosotros la escuchamos en un bosque en los últimos kilómetros de la ruta 3. Como de a ratos llovía, de a ratos salía el sol, el piso estaba mojado y reflejaba la luz. Avanzábamos despacio. Luces y sombras. Hilary tocaba “The lark ascending” con la London Symphony Orchestra conducida por Sir Colin Davis.


Cauquenes a montones. Pero el único blanco, el símbolo del Parque (que no es el de la foto), lo vimos fuera del mismo, en el medio del Canal de Beagle...